Posibilidad de redención.

Los títulos de crédito de La isla mínima, quizá los más bellos de la historia del cine español, ya nos avisan de la cadencia pausada, misteriosa e hipnótica con que esta película definitivamente magistral nos fascinará desde el arranque de los mismos.


Alberto Rodríguez, con un prestigio más que consolidado a estas alturas, apuesta otra vez por un cine de género de sólida estructura narrativa y hondo eco clásico. En este aspecto, el realizador hará de nuevo gala de su talento para transformar el lugar geográfico en una suerte de caja de resonancia que amplifica los significados y lecturas de una trama compleja que termina por no cerrar del todo. Y esto es así porque, para Rodríguez, lo fundamental tiene que ver ante todo con la materialización de una atmósfera aplastante y densa, ocre y pastosa, evocadora en este caso del que se está convirtiendo poco a poco en un topos emocional fundamental y que el cine nacional comienza a explorar expresivamente con fortuna; la transición. Así, tras la atención fílmica a la Guerra Civil del postfranquismo y el pobre balance que arroja (está todavía por hacer la gran película sobre la contienda con permiso de David Trueba y su maravillosa Solados de Salamina) la complejísima situación histórica propia de un país en la encrucijada como es la de la España de finales de los 70, cercana de modo que todavía nos resulte significativamente familiar, pero alejada lo bastante como para abarrotarse de resonancias imaginadas, parece constituirse como nuestro vietnam cinematográfico... una trascendente piedra de toque contextual donde tratar de muchas e sustanciales cosas.

De nuevo el paisaje andaluz, en este caso y después la destartalada Sevilla pre Expo de la potente Grupo 7, las marismas del Guadalquivir, sirve para enmarcar con una elocuencia visual de una fuerza insólita, magníficamente tratada por Rodríguez y su director de fotografía, una historia tristísima y oscura determinada por la culpa y la posibilidad de redención, motores dramáticos de enorme fortuna en el cine cuando son sabiamente abordados, como es el caso de una película como esta, donde todo está definido por lo sublime y lo extraordinario, desde la impecable factura hasta la prodigiosa música, desde el inconmensurable trabajo de los actores hasta el imborrable poso que dejará en la memoria.


No hay comentarios: