Langsam Ruhevoll Empfunden

El último número de la tercera de Mahler demuestra cómo la más absoluta grandeza puede, genialidad mediante, disfrazarse de una irresistible sencillez... un gigantesco crescendo que viene a culminar en ese sobrecogedor acorde mayor, un sonido esencial que sana y que reconforta. Una música infinita y sublime.

Es impresionante cómo el maestro Abbado mantiene el silencio del final del movimiento en unos instantes que son pura tensión emocional, con la resonancia de todo el aparato orquestal de Mahler inundando el espacio.

Nunca más Abbado en Lucerna. Sirva esto como algo tardío homenaje a su necesaria e insustituíble figura.


1 comentario:

grande dijo...

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