Las náuseas del diablo.

Siguen apareciendo películas desoncertantes a pesar de que cuantas más se van viendo y viviendo, intacta no obstante la capacidad para el entusiasmo, parezca más esquiva la sorpresa. Y, más allá, muy de cuando en cuando, se descubren algunas que saben desarrollar una propuesta tan particularísima, extrema y exigente que terminan por convertirse en algo sencillamente único, para lo que no hay ni palabras justas a la hora de describir, ni ideas claras a la hora de valorar. Sólo emociones que manejar. Es el caso de The act of killing.

Este filme enlazará una sucesión de pies forzados en cuanto a discurso, intenciones y métodos colocando al espectador en una inusitada y perpleja posición al conformarse como una suerte de documental que enhebra los testimonios reales de un grupo de personajes. La turbación llega al reparar en quiénes son los que cuentan y qué, a saber, la forma en que masacraron a miles de comunistas los miembros de los comandos paramilitares que se movieron a sus anchas en la Indonesia del golpe militar de Suharto en los 60. De esta manera, los principales ejecutores de aquella sangrienta represión aparecerán describiendo gráfica y detalladamente el procedimiento, el número y el tipo de muertes de las que son responsables desde una frialdad y cordialidad propia de quien parece tener la conciencia muy tranquila. Junto a esto, los veremos protagonizar la recreación ficcionalizada de esos hechos de cara a la filmación de una película que aspira a homenajearlos; de hecho, esa es la razón, unida a la evidente impunidad de la que gozan sus delitos, que los lleva a abrirse tan desprejuiciada y alegremente en sus comentarios. Así pues, pasmo, terror, asco y demás viscerales sensaciones son las que van apareciendo mientras, atónitos, escuchamos y vemos a estos ancianos y sus joveznos adláteres rememorar y reconstuir sus asesinatos. A la vez, alguna pincelada tremendamente reveladora nos permite atender a posibles autojustificaciones y reafirmaciones o comprobar cómo hoy en día se conducen en su cotidianidad. Así, con sus palabras en primer instancia pero sobre todo a través de pequeños gestos de los que la cámara es muda pero insobornable escriba, estos seres se van retratando en toda su abyección moral, ética y estética.

Todo es impactante en este inefable El acto de matar, ajustado y preciso título y todo en la película es enormemente complejo y arriesgado, desde su misma naturaleza fílmica (¿qué es, un documental, un falso documental, un falso documental que enmascara a otro que revela finalmente una atroz realidad?) hasta sus pretensiones, donde a partir de la mención constante de unos intolerables hechos pasados se llega en definitiva a una despiadada reflexión sobre el mal y la profunda negrura que puede habitar en el interior del alma humana.

2 comentarios:

Amparo dijo...

Pues sí que empezamos bien la temporada; los pelos de punta. Y, valga la repetición, me la apunto. Qué bien que otra vez nos conduzcas por este camino tan sembrado de hierbajos a pesar de la siega.
Saludos

veridiana dijo...

Es un placer leerte.

veridiana.